
Las buenas historias de las farc

Boris Forero ingresó a la unión comunista en el año 1984, y fue allí donde tomó lo que denomina la decisión de su vida: hacer parte de las FARC. Se vinculó a esta desde 1987, año en que mataron a Jaime Pardo Leal un abogado y político colombiano perteneciente al partido de la Unión Patriótica, asesinato que tomó como pretexto que lo llevó a tomar esta determinación de ser parte de esta guerrilla. Su papá había sido un militar de las FARC y aunque nunca le inculcó a su hijo a que perteneciera a la misma, le comentaba sobre lo que hacían junto con sus principios, ideales y estatutos, lo que hizo que le interesara mucho más el tema de ingresar al mismo frente que su padre.
Para Boris jamás fue una obligación ingresar allí, simplemente lo quiso hacer porque quería contagiarse de cada vivencia y afirma que durante la guerrilla, la vida tiene unos encadenamientos y los cuales cada persona se aferra y así lo hizo él. Recuerda que en su primer día como guerrillero, en finales de diciembre, le dieron el alias de ‘Eduardo’.
Los frentes deben tener aproximadamente 150 unidades para su buen funcionamiento y el frente en el que se encontraba se había reducido a 20 unidades o personas debido a los conflictos que se habían presentado por aquella época, entre los pocos que se hallaban allí también una serie de integrantes enfermos, personas viejas y niños pero por sobretodo no tenían buenas municiones, por esta razón el Secretario de aquel frente envió un comandante que llamado Guillermo Piragua a reconstruirlo y en unos cuantos días el comandante y Boris desarrollaron un plan de reconstrucción en la alta montaña de la zona el cual se llevó a cabo durante los ocho años siguientes para poder reconstruir el frente, con la ayuda de campesinos y empresarios que se disponían a colaborar o incluso con secuestros a aquellos que no brindaban su ayuda. El motivo de cada secuestro era totalmente financiero. Durante finales de los 80´s y los 90´s lo fundamental eran los ganaderos y arroceros debido a que estos se desempeñaban como los mayores productores económicos de San Juan de Río Seco.
Boris, dice que no se arrepiente de nada porque el arrepentimiento es una relación con todo el proceso total de la vida y él tiene una gratitud con la vida muy grande ya que goza de buena salud, lo que dice comparándose con algunos de sus compañeros reinsertados que han quedado cuadripléjicos y con otro tipo de problemas de alta complejidad; admite que pudo haber evitado muchas tragedias pero “con el arrepentimiento yo no voy a solucionar nada”.
Ve muchas cosas positivas en el tiempo que estuvo en la guerrilla, porque tuvo la posibilidad de conocer diversos territorios del país, conoció el campesinado -aquel que el gobierno desconoce-, habló con guerrilleros campesinos que denomina “de inteligencias formidables”, para él estas son vivencias muy grandes, pero lo más importante y valioso fue el afecto y el respeto por el saber, por la buena educación, el trabajo, la tolerancia ,el liderazgo en equipo y el no quejarse fueron las mejores cosas que aprendió a valorar Boris durante la guerrilla.
Cuenta que durante su proceso de reintegración estuvo con el PRBC durante los años 2005 a 2006, pero debido a que no encontraba ningún interés se retiró, tiempo después formuló un proyecto provisional de reclutamiento de niños, adultos armados, pasando dos años hizo de nuevo un proyecto de reparación simbólica para las víctimas del bloque paramilitar en Arauca llamado “Vencedores de Arauca”.
Para este hombre fue un golpe duro salirse de las FARC , en su cabeza tenía claro que debía desmovilizarse por la misma soledad que sentía y porque los años van transcurriendo, además ya no sentía la misma energía que tenía cuando entró por primera vez a ese grupo armado, pero dentro de su corazón sabía que estaba dejando prácticamente toda su vida allá y sabía que en ese campamento tuvo una gran transformación social, “era un combatiente, era un guerrillero. Todo lo que yo era estaba ahí”. A pesar de todo dice que nunca ha sido un ser tan auténtico y tan real como lo es ahora.
Hoy en día Boris vive en Las Cruces un barrio muy popular pero con gente agradable, que valora y respeta por lo que son, su vida siempre estuvo metida en colectivos humanos muy específicos y estudió psicología social y comunitaria.