
Las voces del secuestro

Guillermo Solórzano, nacido en Cartagena de Indias, un muchacho trabajador, que estaba al servicio de la comunidad, en la que aún hoy desarrolla sus labores con amor y dedicación, fue víctima de los secuestros llevados a cabo por las Farc en el año 2007, con ellos buscaban hacer intercambios para que liberaran a guerrilleros presos. Esta organización es considerada como la responsable del 37% de los secuestros en el país.
Aquel acontecimiento se llevó a cabo en el municipio de Miranda en Cauca, durante una reunión familiar a la que asistió y en la que fue llevado por el grupo guerrillero junto con el dueño del balneario en donde se encontraba, debido a que este no había pagado una vacuna. En aquel momento tenía el cargo de Comandante pero a los seis meses de estar secuestrado fue ascendido como Mayor de la policía.
“Sueño libertad [...]” la canción de Juanes acompañaba cada madrugada de los domingos de Guillermo durante los tres años, ocho meses y trece días que estuvo en cautiverio, mientras escuchaba Las voces del Secuestro en Caracol Radio, la misma emisora por la cual su madre, Noemí, se enteró de lo acontecido aún cuando sus otros cuatro hijos se habían enterado tiempo atrás.
El 13 de Febrero fue liberado en una misión humanitaria junto con el Cabo Salim Antonio Sanmiguel, se reunió de nuevo con su madre, su esposa Julia María y su hija Laura, las mujeres por las que resistió durante tantos años en la selva.
En su hoja de vida se logra ver la gran trayectoria que ha tenido a pesar de la difícil experiencia, comenta que se siente orgulloso de las seis menciones honoríficas y las 98 felicitaciones por el buen servicio prestado a la Policía Nacional.
Aunque duró tanto tiempo sin ver a su familia, amigos y allegados resalta el valor que tuvo su secuestro y la importancia de un acuerdo humanitario para solucionar la problemática del conflicto en Colombia. Hoy con 40 años de edad afirma que perdona a sus secuestradores a pesar de todo lo que le quitaron -los años que pudo haber compartido con su familia, el poder ver crecer a su hija, lo mucho que hubiese podido ayudar al país desde su oficio como miembro de Policía, etc-.
Para él las personas que se encuentran en la selva también son víctimas, ya sea por culpa de otros grupos alzados en armas o por la ausencia del Estado en diversas zonas del país, por ello al igual que Ramiro, no les guarda rencor, todo lo contrario, trata de entenderlos. Aún cuando no ha tenido la oportunidad de encontrarse con las personas que lo mantuvieron aislado durante casi cuatro años sabe que ellos han recibido su perdón y que están dispuestos a reconciliarse porque cree en una Colombia que luchará por la paz a toda costa.
